miércoles, 25 de agosto de 2010

PROLOGO ZARATUSTRA

“Estoy hastiado de mi sabiduría como la abeja que ha recogido demasiada miel, tengo necesidad de manos que se extiendan.” Así hablo Zaratustra a sus treinta años después de adquirir sabiduría, durante una década, viviendo como un ermitaño en lo alto de una montaña acompañado por sus dos animales el águila, símbolo del orgullo y la serpiente, símbolo de la inteligencia. Él decide regresar al mundo para comunicarle sus conocimientos.

Dando su teoría sobre el superhombre insignia de grandeza ante el hombre y la naturaleza, Zaratustra quiere infundir en su pueblo una mentalidad sin moral ni virtudes, las cuales, son despreciables para él, ya que su pensamiento se basa en la idea de llegar al ocaso y en argumentar que Dios ha muerto y tanto el cuerpo como el alma mueren, siendo la segunda un emblema de impureza para él, lo cual es un pensamiento ridículo e insensato para su pueblo y por ello es blanco de burlas y desprecios. A pesar de esto Zaratustra decide continuar con su teoría tratando de profetizar ante una sociedad creyente de la fe ortodoxa.

Zaratustra entendió que su pueblo no lo escucharía ni lo seguiría con su teoría del superhombre, se entristeció comprendiendo que ellos no dejarían sus costumbres y preferirían ser lo más despreciable para él “el último hombre” ese que ha inventado la felicidad, el pecado, que se pregunta “¿Qué es amor? ¿Qué es creación? ¿Qué es anhelo?”. Ese es el hombre que Zaratustra quiere convertir en un superhombre, que no sea igual a los demás, que no tenga que depender de un Dios para vivir, que no piense en un cielo y en un infierno inexistente y que sobretodo aumente su sabiduría.



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